En un mundo donde lo único constante es el cambio, resulta paradójico cómo los adultos desarrollamos una resistencia tan férrea a las transformaciones. Como dijo José Ingenieros, «el que no osa leer un nuevo libro, encenderse por un nuevo anhelo, acometer una nueva empresa, ha renunciado a vivir. Es sombra de ajenas voluntades, hoja otoñal que arrastran los vientos, pieza cónica de un engranaje cuyo resorte ignora.»
Este cambio de estación nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con las transformaciones. Mientras aceptamos naturalmente los cambios climáticos, cómo las temperaturas descienden, los días se acortan y las hojas caen de los árboles durante nuestras caminatas en Las Condes, paradójicamente nos resistimos a otros tipos de cambios en nuestra vida cotidiana.
¿Por qué resistimos al cambio?
¿Es miedo a lo desconocido? ¿Comodidad? ¿O quizás porque algunos cambios, como los climáticos, escapan a nuestro control mientras otros sí podríamos manejarlos?
Nuestra era digital nos ha heredado la fatalidad de la inmediatez. Lo queremos todo de inmediato y exactamente como lo imaginamos. Esta mentalidad la transmitimos a nuestros hijos, quienes crecen con poca tolerancia a la frustración, lo que eventualmente puede convertirlos en adolescentes impacientes y contestadores.

Una invitación a detenernos
La pedagogía Waldorf, implementada en nuestro jardín infantil Casa Roble en Las Condes y sala cuna en sector El Golf, entiende profundamente esta necesidad de reconectar con lo esencial. Esta filosofía educativa nos recuerda la importancia de:
- Detenernos y parar.
- Guardar el celular (o usarlo solo para capturar momentos especiales).
- Caminar y sentir la naturaleza.
- Quitarnos los zapatos y sentir el pasto.
- Abrazar un árbol.
- Contemplar el cielo.
- Columpiarnos con nuestros hijos.
- Leer y crear cuentos juntos.
- Dibujar y expresarnos artísticamente.
Estas prácticas, centrales en Casa Roble, fomentan una relación más saludable con el cambio y el tiempo.
Construyendo comunidad
El verdadero antídoto contra la resistencia al cambio es la conexión humana. Podemos:
- Adoptar un gatito.
- Crear un huerto casero.
- Reciclar y ordenar nuestro entorno.
- Revivir nuestra historia familiar a través de fotografías.
- Cocinar y compartir recetas.
- Hacer nuevos amigos en la plaza.
- Comprar en negocios de barrio.
- Aprendernos los nombres de personas en nuestra comunidad: el conserje, el cartero, el vendedor de frutas.
En nuestra sala cuna en sector El Golf, fomentamos esta sensibilidad comunitaria desde los primeros años de vida.
El cambio de estación nos recuerda que transformarse es natural y necesario. En Casa Roble, acompañamos a los niños en su proceso de descubrimiento, abrazando cada etapa con la misma naturalidad con que aceptamos la caída de las hojas en otoño.
La invitación es clara: llevar siempre una sonrisa, porque no cuesta nada y transforma todo a nuestro alrededor. Así como nuestra pedagogía Waldorf enseña a los niños en nuestro jardín infantil, el cambio no es algo que debemos temer, sino abrazar como parte fundamental de nuestra existencia.
¿Deseas conocer más sobre la pedagogía Waldorf y cómo la aplicamos en Casa Roble?
Te invitamos a visitarnos y descubrir un entorno educativo donde el cambio se vive como una oportunidad. Agenda una visita guiada hoy mismo y experimenta la diferencia Casa Roble.
Con cariño,
Claudia Guerrero