¿Por qué Pikler y Waldorf?

“Nuestro mayor esfuerzo debe concentrarse en desarrollar seres humanos libres que puedan por sí mismos impartir propósito y dirección a sus vidas. La imaginación, un sentido de la verdad y un sentimiento de responsabilidad: estas tres fuerzas son el nervio de la educación”.

-Rudolf Steiner-

Conoce la visión de nuestra educación, a través de las palabras de nuestra directora Claudia Guerrero

Claudia nos explica cómo conoció esta pedagogía, la diferencia entre una educación tradicional y las pedagogías Pikler y Waldorf, sus características principales y cómo logran impactar positivamente en nuestros niños.

Pedagogía Pikler

Sala Cuna Casa Roble, pedagogía Pikler

Método Pikler

El método Pikler aúna tres importantes teorías sobre apego, movimiento y el juego desarrolladas por la pediatra húngara Emmi Pikler, y que se organizan en torno a tres pilares fundamentales:

. Desarrollo de movimientos autónomos.
. El juego.
. Respeto y cuidado infantil atento.

Movimientos autónomos

La actividad autónoma y el movimiento libre es, precisamente, el principio de la pedagogía Pikler más conocido. Se basa en la no intervención del adulto en el desarrollo psicomotriz de los niños. Nuestra función ha de ser la de prestarles acompañamiento y supervisión. También es nuestro deber ofrecerles un apego sano, así como un entorno y materiales seguros para que los niños se desarrollen por sí mismos, de forma autónoma.

Según el método Pikler, no debemos colocar a los bebés en ninguna posición a la que no sepan llegar y de la que no sepan salir por sí mismos. Por ejemplo: la posición del bebé tumbado boca arriba para que, desde esta posición, pase de forma espontánea a girarse hacia los lados. Después aprenderá a dar la vuelta completa y colocarse tumbado boca abajo.

A mayor movimiento, mayores conexiones cerebrales.

A partir de ahí, comienzan a reptar, después a gatear, a sentarse solos, más tarde se levantan con apoyo y por último caminan. Así de forma natural, a su propio ritmo y sin intervención del adulto van alcanzando los hitos madurativos de cada etapa, justo en el momento en que cada uno está preparado para ello.

Decimos «No» a las posturas forzadas y “colocadas” así decimos adiós a las frustraciones. Ellos eligen cómo y cuándo.

Sala Cuna Casa Roble, pedagogía Pikler

El juego

Durante el juego, el niño puede elegir en qué quiere ocuparse. Nuestro material de juego y, sobre todo, nuestro equipo de ejercicios Pikler proporcionan la base óptima para ello.

El niño pequeño debe ante todo tomar posesión de su propio cuerpo. Prestamos especial atención a garantizar que los niños «se desarrollen a sí mismos» de acuerdo con su ritmo de desarrollo individual.

Cada niño aprende por sí mismo cuándo y cómo trepar, por ejemplo, al triángulo de escalada. No hay que levantar, tirar ni empujar. Este desarrollo independiente del movimiento ofrece al niño cada día nuevas experiencias de éxito y no sólo fortalece su movilidad y sus habilidades motoras, sino que también forma y promueve la base para una fuerte confianza en sí mismo.

Realizamos esta actividad Pikler en condiciones seguras, donde el bebé tenga ropa cómoda, un espacio apropiado, seguro y controlado, sobre una superficie lisa y antideslizante, con juguetes abiertos y pertinentes, junto a adultos confiados que los cuidan y le permitan ejercitarse.

El papel del adulto de referencia es el de cuidador: debe estar siempre presente, supervisando la actividad e intervenir solo en caso necesario. Sea porque el bienestar y la seguridad del niño estén en peligro, o porque el pequeño lo reclame (porque quiera interactuar con él, le pida brazos o requiera cambio o muda).

“Desde un trato respetuoso y considerando que es un ser integral, podemos educar niños y niñas autónomos, seguros y confiados en sus capacidades” 

– Yaninna Chandía –

Sala Cuna Casa Roble pedagogia Pikler

Respeto y cuidado infantil atento

Nos ocupamos día a día que cada niño de un grupo de niños, tenga el cuidado relacional y atento que necesita. Cuidados que están firmemente integrados en nuestra rutina diaria.

Cuando comienza el tiempo de cambio o muda en el que cada uno de los adultos de referencia (las tías) cambia y cuida a sus niños, es donde se requiere precaución, atención y profundo respeto, porque el cambio de pañales no se hace de ninguna manera por casualidad. Es la oportunidad para sacar al niño del grupo y brindarle toda la atención. Son estos momentos cuando el adulto de referencia lo regalonea, le da todos los mimos y apapachamiento que necesite para que el niño sienta amor en su entorno y se generen confianzas.

Los niños y niñas saben que siempre es la misma adulta quien los va a mudar, atender, dar de comer -y a la misma hora-, entonces se generan confianzas y desde la confianza los niños se pueden entregar y entrar en un estado de flujo permanente para desplegar todas sus competencias.

Los materiales también son importantes. Por eso en Jardín Casa Roble le ofrecemos a los niños materiales seguros y adecuados, que le permitan desarrollarse. Por ejemplo: estructuras a su escala para reptar, levantarse y explorar; así como juguetes que puedan manipular sensorialmente. 

Pedagogía Waldorf

Pedagogía Waldorf

El currículo Waldorf se basa en la comprensión del desarrollo evolutivo del ser humano, desde la niñez a la primera juventud, teniendo en cuenta la progresiva aparición de capacidades vinculadas al ámbito del querer, del sentir y del pensar. Es decir, nuestra pedagogía busca educar la totalidad del niño, equilibrando el trabajo práctico con sus manos, con el progresivo desarrollo de la voluntad individual, la imaginación y las capacidades cognitivas.

Uno de los pilares centrales de la Pedagogía Waldorf consiste en el estudio y comprensión del desarrollo de la biografía del ser humano donde se reconocen diversas etapas en la vida de una persona en ciclos de siete años, lo que denominamos los Septenios

En Jardín Casa Roble es fundamental acompañar y respetar el primer septenio, de modo que los niños y niñas puedan crecer y formarse desde ellos mismos.

Según Rudolf Steiner, para los niños hasta los siete años (hasta que les cambian los dientes y empiezan la escuela), el medio de comunicación más importante en su entorno humano es el principio de imitación. 

El primer septenio: la imitación

Así, el objetivo de la educación Waldorf en la primera infancia es nutrirlo a través de espacios físicos que conduzcan el aprendizaje, mediante la exploración y el juego. 

En este septenio, el niño aprende por imitación; todo lo que está a su alrededor lo absorbe y lo integra sin un filtro racional o consciente. Por este motivo, resulta imperioso propiciarle un entorno que le ofrezca ritmos y actividades adecuados con sentido real, respetando y valorando su infancia, para que a través de la imitación se estructure su ser.

Todo lo que hace el niño a esta edad se basa en el principio de imitación. Y es precisamente porque los niños imitan todo por lo que es tan importante que tengan en su primer año entornos dignos de imitar. Porque todo lo que los adultos hagan delante de niños menores de siete años, se verá repetido, como un espejo, en las acciones y actitudes del niño y niña.

En los primeros años de vida, los niños están completamente inmersos en las acciones del entorno. Imitando, los niños aprenden todo lo importante, desde sostener una cuchara hasta hablar o regar las flores. 

El adulto es el modelo a imitar

Todos, maestras y padres, debemos ser adultos dignos de imitar, siempre conscientes de que los niños aprenden imitando y no mediante explicaciones prolijas de nuestra parte.

El comportamiento de los adultos con los niños, sus acciones, palabras, pensamientos y sentimientos moldean el potencial mental y emocional de los niños desde el principio. Por lo tanto, es alta la responsabilidad de los adultos de prestar atención al entorno de los niños, incluso social y mentalmente. El adulto tiene una enorme función de modelo a seguir para el niño.

Los niños de esta edad internalizan estas y otras actividades simplemente mediante una imitación no comentada. A través de actividades prácticas como cuidar al niño, limpiar, cocinar, hornear, desherbar, cavar, cosechar verduras y frutas, recoger y aserrar madera, barrer, poner la mesa, lavar los platos y mucho más, los niños aprenden sin ninguna instrucción y sin un extra educativo: 

«Imito y ejercito todo lo que necesito saber y que está a mi alrededor, me vuelvo hábil y fuerte al mismo tiempo, porque es donde debo y deberé desenvolverme: en la vida real».

“Todo lo que ocurra en el entorno del niño, el niño lo va a imitar.” 

Rudolf Steiner

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